Hace unos días la muerte tocó mi puerta,
al abrir los ojos la vi en la puerta de mi habitación,
soy uno de los pocos que la ha visto a los ojos,
dio unos pasos y se sentó en un borde de mi cama,
recordé la última vez que me visitó,
aquel día me dijo que no vendría por mi,
tan solo quería conversar,
le dije que a cambio de una conversación,
no le entregaría mi alma,
aceptó y me dio la siguiente condición:
"Tu propia alma debería ser entregada y nunca regresada,
de lo contrario vendré por ella".
Mientras se encontraba sentada recordé aquella condición
e intentaba deducir por que esa noche se encontraba junto a mi,
por segunda vez ella no vendría por mi,
yo sabía que mi alma fue entregada en las mejores manos,
se levantó y antes de irse,
se acercó y me susurró al oído:
"Aunque tu cuerpo no tenga alma, esté donde esté, debes de cuidarla,
he estado presente en todas las eras de la humanidad
y nunca es demasiado tarde."